Aquí pondremos cada uno nuestra fábula, una que hayamos elegido nosotros y de la que expliquemos su moraleja.
¡Seguro que es divertido!😏😏😏😏😏
Miguel
Granell Mota
Envidiando
la suerte del Cochinos, Un Asno maldecía su destino.
«Yo, decía, trabajo y como
paja; Él come harina, berza, y no trabaja:
A mí me dan de palos cada día; A él
le rascan y halagan a porfia.»
Así se lamentaba de su suerte; Pero luego que
advierte Que a la pocilga alguna gente avanza En guisa de matanza, Armada de
cuchillo y de caldera, Y que con maña fiera Dan al gordo Cochino fin sangriento, Dijo entre sí el jumento:
«Si en esto para el ocio y los regalos, Al trabajo me
atengo y a los palos.»
Moraleja
Esta
fábula nos dice que aunque otros parecen vivir mejor sin dar palo al agua,
acaban mal y es mejor trabajar y no envidiar a nadie.
Natalia Martínez
Marcos Martínez
Natalia Martínez
El ratón campesino y el cortesano
Un ratón campesino tenía por amigo a otro de la
corte, y lo invitó a que fuese a comer a la campiña.
Pero como sólo podía ofrecerle trigo y hierbajos, el ratón
cortesano le dijo:
- ¿Sabes amigo que llevas una vida de hormiga? En cambio yo
poseo bienes en abundancia. Ven conmigo y a tu disposición los tendrás.
Partieron ambos para la corte. Mostró el ratón ciudadano a
su amigo trigo y legumbres, higos y queso, frutas y miel.
Maravillado el ratón campesino, bendecía a su amigo de todo
corazón y renegaba de su mala suerte.
Dispuestos ya a darse un festín, un hombre abrió de pronto
la puerta. Espantados por el ruido los dos ratones se lanzaron temerosos a los
agujeros.
Volvieron luego a buscar higos secos, pero otra persona
incursionó en el lugar, y al verla, los dos amigos se precipitaron nuevamente
en una rendija para esconderse.
Entonces el ratón de los campos, olvidándose de su hambre,
suspiró y dijo al ratón cortesano:
- Adiós amigo, veo que comes hasta hartarte y que estás muy
satisfecho; pero es al precio de mil peligros y constantes temores. Yo, en
cambio, soy un pobrete y vivo mordisqueando la cebada y el trigo, pero sin
congojas ni temores hacia nadie.
La moraleja es que es mejor vivir sin riquezas pero sin
peligro que tener riquezas y pero con peligro y sin seguridad.
Alba Garrido
El caballo viejo
Un caballo que ya estaba muy mayor fue vendido por
su amo a un molinero que lo empleó para que diera
vueltas a la piedra de un viejo molino. El caballo no hacía otra cosa desde la
mañana a la noche que girar y girar alrededor de aquella rueda, lo cual no sólo
le cansaba mucho, sino que lo ponía muy triste.
Y es que el viejo caballo recordaba lo veloz y famoso que había sido en sus años de juventud, en
los que había vivido infinidad de aventuras y también cómo se burlaba de los
otros caballos que eran más viejos y lentos que él.
Ahora viéndose en esta situación en la que pasaba sus días atado y dando vueltas a dicho molino, se arrepentía de aquella actitud que había tenido cuando era poderoso:
"Después de las grandiosas vueltas que en mi juventud di en las carreras, mira a que vueltas me veo reducido ahora. Este es un justo castigo por burlarme de aquellos que veía más débiles e inferiores"
Ahora viéndose en esta situación en la que pasaba sus días atado y dando vueltas a dicho molino, se arrepentía de aquella actitud que había tenido cuando era poderoso:
"Después de las grandiosas vueltas que en mi juventud di en las carreras, mira a que vueltas me veo reducido ahora. Este es un justo castigo por burlarme de aquellos que veía más débiles e inferiores"
Moraleja: Mejor ser humilde cuando
tienes poder, porque un día u otro lo has de perder
Daniel Cotanilla
Daniel Cotanilla
Fabula de la zorra y la liebre:
Dijo un día una liebre a una zorra: ¿Podrías decirme si realmente es cierto que
tienes muchas ganancias, y porque te llaman la “Ganadora”? Sí quieres saberlo
contesto la zorra, te invito a cenar conmigo. Aceptó la liebre y la siguió;
pero al llegar a casa de doña zorra vio que no había más cena que la misma
liebre. Entonces: dijo la liebre: Al fin comprendo para mi desgracia de donde
viene tu nombre: ¡No es de tus trabajos, sino de tus engaños!
La moraleja de esta historia Es: Nunca debes de aceptar lecciones de tramposos podrías ser tú el tema de la lección.
La moraleja de esta historia Es: Nunca debes de aceptar lecciones de tramposos podrías ser tú el tema de la lección.
Marcos Martínez
Un niño negro contemplaba extasiado al vendedor de globos en la feria del
pueblo. El pueblo era pequeño y el vendedor había llegado pocos días atrás, por
lo tanto no era una persona conocida.
En pocos días la gente se dio cuenta de que era un excelente vendedor ya que usaba una técnica muy singular que lograba captar la atención de niños y grandes. En un momento soltó un globo rojo y toda la gente, especialmente los potenciales, pequeños clientes, miraron como el globo remontaba vuelo hacia el cielo.
Luego soltó un globo azul, después uno verde, después uno amarillo, uno blanco...
Todos ellos remontaron vuelo al igual que el globo rojo...
El niño negro, sin embargo, miraba fijamente sin desviar su atención, un globo negro que aún sostenía el vendedor en su mano.
Finalmente decidió acercarse y le preguntó al vendedor: Señor, si soltara usted el globo negro. ¿Subiría tan alto como los demás?
El vendedor sonrió comprensivamente al niño, soltó el cordel con que tenía sujeto el globo negro y, mientras éste se elevaba hacia lo alto, dijo: No es el color lo que hace subir, hijo. Es lo que hay adentro.
En pocos días la gente se dio cuenta de que era un excelente vendedor ya que usaba una técnica muy singular que lograba captar la atención de niños y grandes. En un momento soltó un globo rojo y toda la gente, especialmente los potenciales, pequeños clientes, miraron como el globo remontaba vuelo hacia el cielo.
Luego soltó un globo azul, después uno verde, después uno amarillo, uno blanco...
Todos ellos remontaron vuelo al igual que el globo rojo...
El niño negro, sin embargo, miraba fijamente sin desviar su atención, un globo negro que aún sostenía el vendedor en su mano.
Finalmente decidió acercarse y le preguntó al vendedor: Señor, si soltara usted el globo negro. ¿Subiría tan alto como los demás?
El vendedor sonrió comprensivamente al niño, soltó el cordel con que tenía sujeto el globo negro y, mientras éste se elevaba hacia lo alto, dijo: No es el color lo que hace subir, hijo. Es lo que hay adentro.
Antonio Gabriel
EL HOMBRE Y LA CULEBRA
A una
culebra que de frío yerta
en el suelo
yacía medio muerta,
un labrador
cogió; más fue tan bueno,
que
incautamente la abrigó en su seno.
Apenas
revivió, cuando la ingrata
a su gran
bienhechor traidora mata.
MORALEJA: no
debemos fiarnos de las apariencias.
Ángel Pérez
El
cocodrilo gigante:
Descansando en una piedra
Un cocodrilo dormía
Siempre se encontraba solo
Pues su tamaño temía.
Eran tan grandes sus dientes
Tan enormes sus encías,
Que nadie se le acercaba
Temiendo perder la vida.
El cocodrilo era bueno
Y le causaba dolor,
Que los demás animales
Le tuvieran tal terror.
Un perezoso lo mira
Desde un árbol, en lo alto,
Acomodado en el tronco,
Un rato lleva observando.
Abre sus ojos despacio,
Mira y lo vuelve a mirar,
Ve al enorme cocodrilo
Su mandíbula cerrar.
De repente al cocodrilo
Le empieza a doler un diente,
Se está poniendo nervioso
Y se remueve impaciente.
El perezoso lo observa,
Y tiene mucho temor.
El cocodrilo se mueve,
Se retuerce con furor,
Y con la fuerza que tiene
Causa en la tierra un temblor.
El perezoso asustado
Lo mira con compasión,
De un lado a otro se mueve
Con gran desesperación.
Un elefante se acerca
Alarmado por los ruidos,
Extendidas las orejas
Al perezoso lo ha oído.
El cocodrilo de panza
Con el dolor no se entera,
Que desde fuera lo miran
Y ven que se desespera.
El perezoso muy lento
Ha empezado a descender,
Con su trompa el elefante
Lo ha bajado donde él.
Poco a poco se le acercan,
Y estando a su lado ya,
El reptil abre su boca
Con su trompa el elefante
Engancha muy bien el diente,
Tirando con mucha fuerza
El perezoso, lo siente.
El alivio, ahora ha sido,
El alivio, ahora siente,
Lo ha notado el cocodrilo
Casi inmediatamente.
Los tres están muy contentos
Después de lo sucedido,
Sobre todo el cocodrilo
Les cuenta toda su vida,
Cuánto era su dolor,
De nuevo les da las gracias
Por superar su temor.
Juntos a tomar el sol
Al cocodrilo acompañan,
Dándose cuenta que a veces,
Las apariencias engañan.
Moraleja:
No hay que temer a nadie por su
aspecto por su aspecto
Irene Ortega
Dicen que la avaricia rompe el saco. Un buen ejemplo es del
hombre que hubo una vez, cuya gallina todos los días le ponía un hermoso huevo
de oro.
Aquel hombre, feliz por ser el dueño de tan increíble
animal, imaginó que se haría rico con el tesoro que aquella gallina debía
albergar en sus entrañas. Ni corto ni perezoso decidió sacrificar al pobre
animal para poder comprobar cuánto brillaba el tesoro de la gallina. Sin
embargo, al abrirla pudo comprobar con sus propios ojos, como aquella gallina
era igual por dentro que aquellas que no ponían ni un solo huevo
extraordinario. Y de esta forma fue como el hombre de la gallina de los huevos
de oro, se privó de su gran fortuna.
Moraleja: no ser avaricioso puede ser mejor que
serlo.
Beatriz Fernández
La bruja
Érase una vez una bruja que se
ganaba la vida vendiendo encantamientos y formulas para calmar la cólera de los
dioses.
Con esta promesa a la bruja no le
faltaban clientes y conseguía grandes cantidades de dinero de este modo de
vida.
Pero un día fue acusada por ir
contra las leyes y la llevaron ante los jueces supremos del país.
Así tras un juicio muy corto la culparon,
y la hicieron condenar a muerte.
Viéndola salir de la sala de juicio, una de las personas presentes
le dijo.
-Bruja, tu que decías que podías desviar la cólera de los dioses,
¿Cómo no han podido persuadir a los hombres?
Moraleja: Hay que tener cuidado con las personas que
prometen solucionar tus problemas y no son capaces de solucionar los suyos.
Las ranas y el pantano seco. De Claudia Díaz
Vivían dos ranas en un bello pantano, pero llegó el verano y
se secó, por lo cual lo abandonaron para buscar otro con agua. Hallaron en su
camino un profundo pozo repleto de agua, y al verlo, dijo una rana a la otra:
--Amiga, bajemos las dos a este pozo.
--Pero, y si también se secara el agua de este pozo,--
repuso la compañera--,¿Cómo crees que subiremos entonces?
Moraleja :Al tratar de emprender una acción, analiza primero
las consecuencias de ella.
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